Nicholas Nixon (Detroit, Michigan, 1947) tiene 70 años y ocupa un lugar de honor en la historia de la fotografía de las últimas décadas. Le fascina trabajar en series, aunque muchas veces regresa a las que había dado por finalizadas. Es el caso de las vistas de ciudades, donde se advierte el eco de recuerdos y emociones que desea recuperar. También se percibe una preocupación social, algo que le ha acompañado durante toda su trayectoria artística. Trabaja con una técnica casi obsoleta, ya que sigue empleando las cámaras de gran formato para imponer una cercanía y una empatía con los retratados, ya sean ancianos, enfermos, su pareja o la familia.
El Centro Andaluz de la Fotografía, de Almería, reivindica su figura al exhibir, hasta el 13 de mayo, una selección de 200 instantáneas de Nixon con las que se resumen 50 años de dedicación exclusiva a la fotografía. Se pueden contemplar imágenes de sus series más emblemáticas: “Vistas”, “Porches”, “Ancianos”, “Sida”, “Parejas”, “Vistas nuevas”, “Retratos”, “La casa” y, la más conocida de todas, “Las hermanas Brown”, compuesta por los retratos de su mujer (Bebe) y de sus tres hermanas, tomadas puntualmente cada año desde 1975. Una reflexión poética y en imágenes sobre lo implacable que resulta el paso del tiempo.

«Vista de Battery Plaza. Nueva York City» (1975). ©Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco.
Tras Cartier-Breson
Nos vamos a fijar en los paisajes inmortalizados por Nicholas Nixon con su primera Leica y con toda la juventud a cuestas. Daba sus primeros pasos y quería seguir las huellas de Cartier-Bresson, pero enseguida descubrió un rumbo personal al fijarse en las posibilidades de las cámaras de gran formato. Se compró una de 4 x 5 pulgadas y con ella registraba las vistas de los alrededores de la ciudad de Albuquerque, un trabajo que sorprendió por la madurez de su trabajo, a pesar de estar comenzando en el oficio. Son imágenes claras, definidas, tomadas desde lo alto, como esa “Vista de Battery Plaza. Nueva York City”, tomada en 1975.
Cuando se trasladó a Boston, se hizo con una cámara de mayor formato todavía (8 x 10 pulgadas) para aportar mayor nitidez a sus imágenes. Con ella fotografiaba como un loco las ciudades de Nueva York y Boston y el choque de ambas urbes, tan ordenadas como caóticas, le sirvió para experimentar y sacar a la luz sus dotes artísticas. Algunas se expusieron en 1975 en una muy influyente exposición, “New Topographics: Photographs of a Man-altered Landscape”, en la que se dieron cita nada menos que Robert Adams, Lewis Baltz, Bernd y Hilla Becher, Joe Deal, Frank Gohlke, Stephen Shore y John Schott.
Ancianos y enfermos
Poco después, Nicholas Nixon dio un giro radical a su trayectoria y se centró en el retrato, porque encajaba mejor, en ese momento, con sus intereses personales. Con ellos, nos deja viajar al río Charles, cerca de Boston, y a otros barrios pobres del sur, de Florida o Kentucky, y encontrar a las personas que se habían convertido en el tema central de su obra. Su cámara disparaba a ancianos alojados en residencias, a enfermos de sida, a su esposa Bebe -“mi verdadero amor, mi mejor amiga, el centro de mi vida”-, a parejas anónimas, a recién nacidos… Todos nos devuelven una sensación de fragilidad y un mensaje misterioso sobre la capacidad de resistencia del hombre.
Regreso a las azoteas

«Vista de Washington Street. Boston» (2008). ©Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco.
Sin embargo, en los últimos años, Nicholas Nixon se ha vuelto a subir a las azoteas de Boston para hacer una segunda versión de sus vistas de los años 70. Ahora arroja una mirada diferente sobre sus escenarios y arquitecturas. Quiere transmitir la extraordinaria confusión visual que originan las rondas de circunvalación de las ciudades, desea confrontar la ciudad antigua y la nueva, pretende mezclar lo autóctono y lo extranjero. Y plasma vistas próximas y también lejanas que le permiten seguir experimentando con un formato aún mayor de cámara, la de 11 x 14 pulgadas. Y es que nunca se da por satisfecho este artista de la imagen que está convencido de que la cámara percibe más, mucho más, que el ojo humano.
La exposición del Centro Andaluz de la Fotografía (Pintor Díaz Molina, 9, Almería) viajará posteriormente al C/O Berlín y a la Fondation A de Bruselas.