Aunque no lo parezca, las culturas tradicionales de China, Japón e India están más presentes de lo que imaginamos en el arte contemporáneo español del siglo XX. Es algo que, además de estar estudiado, podemos comprobar en la exposición “El principio Asia” que la Fundación Juan March exhibe en Madrid hasta el 24 de junio. Una muestra que nos invita a trasladarnos a Oriente, a acercarnos a ese fascinante territorio en busca de sabiduría y como polo de atracción del arte reciente. Un viaje que comenzó, para muchos creadores, en la imaginación, antes de que viajaran físicamente a Asia.
El título de la muestra alude a ese término de la Química, el “principio”, según el cual un elemento activo, en solitario o junto a otros, “reacciona” al mezclarse o hacerse soluble, y como resultado produce formas, colores y estructuras nuevas y diferentes. Pues esto es lo que les sucedió a los más de 60 artistas contabilizados en España y cuya obra está vinculada, de una u otra forma, a Asia oriental e India.
Gusto por lo oriental
Tomemos como referencia a Fernando Zóbel, un hombre que atesoraba libros chinos y japoneses, y que se convirtió en un eslabón fundamental entre el arte asiático y la abstracción española de los años 50. De esta época parte el arco cronológico de esta exposición, que se detiene en los artistas que se aglutinaron en torno al Museo de Arte Abstracto de Cuenca, que vio su luz en 1966. Ya antes, se detectó ese gusto por lo oriental en otros creadores, como el ceramista Josep Llorens Artigas o el pintor Joan Miró.
Hay más de 300 piezas de Oriente y Occidente en esta exposición organizada por la Fundación Juan March, en la que caben creaciones expresadas a través de la pintura, la escultura, la obra gráfica, el dibujo, la instalación y la fotografía.
Intersección de mundos

«Vesper» (2016), de José María Yturralde.
La muestra es el resultado de un proyecto de investigación en el que han intervenido académicos y expertos y que cuenta con un Proyecto de Historia Oral, que ha dado lugar a una serie compuesta por 14 vídeos con declaraciones de distintos artistas que expresan su experiencia en esa intersección de mundos tan diferentes como inspiradores. Es el caso de Alfonso Albacete, Frederic Amat, José Manuel Ballester, Miquel Barceló, José Manuel Broto, Marta Cárdenas, Francisco Farreras, Luis Feito, Joan Gardy Artigas, Juan Navarro Baldeweg, José María Sicilia, Juan Uslé y José María Yturralde. Todos los sábados, a las 15 y 16.30 horas, durante el periodo de duración de la exposición, la Fundación March hará proyecciones públicas de esta serie de minidocumentales, titulada “Asia y yo. Conversaciones con artistas”.

Sin embargo, si algún artista español ha sido pionero en la introducción de los elementos orientales en el arte español contemporáneo, éste ha sido Fernando Zóbel. Además de sus orígenes filipinos, impartió clases de arte chino y japonés en la Universidad Ateneo de Manila entre 1956 y 1961. Antes, en Madrid, ya había descubierto la pintura española del momento y entabló una fuerte amistad con Gerardo Rueda y Luis Feito, que le animaron a establecerse en España definitivamente. Para entonces, ya se había interesado por la caligrafía japonesa y había ido formando una extensa biblioteca con una extensa sección de libros chinos y japoneses.
Bibliotecas orientales

«Azul cerúleo» (2005), de Alfonso Albacete.
Quizá por ello, la exposición dedica también un espacio a las bibliotecas personales de cuatro de los principales artistas de la generación de los años 50: Eduardo Chillida, Pablo Palazuelo, Antoni Tápies y Fernando Zóbel, junto a objetos de diversa índole procedentes de India y Japón con los que algunos convivieron en sus talleres y en sus casas
Lo cierto es que que, aunque se conocía bien la repercusión de Asia en el arte contemporáneo español, no se había rastreado hasta ahora dicha influencia ni se había hecho visible para el disfrute de todos. Los principales artífices de este gran proyecto expositivo han sido tres especialistas en el tema: Matilde Arias, Pilar Cabañas y María Jesús Ferro, las tres integrantes del Grupo de Investigación Asia, vinculado a la Universidad Complutense.
10 secciones temáticas
La exposición, cuyo título complet es “El principio Asia. China, Japón e India y el arte contemporáneo en España (1957-2017)”, se ha distribuido en 10 secciones temáticas:

«Habitación roja con figura» (2005), de Juan Navarro Baldeweg.
Casas, templos y jardines. Sobre este aspecto, han reflexionado artistas como Antoni Clavé, que utilizó ideogramas y sellos japoneses en sus obras; Juan Navarro Baldeweg, que se interesó por las perspectivas de las estampas japonesas; Gustavo Torner, que tras un viaje a Japón en 1971 realizó la serie “Japonesadas” y Joan Hernández Pijoan, quien plasmó en sus composiciones los surcos del rastrillo en la arena de los jardines japoneses. En esta sección, merece la pena detenerse en la obra “Habitación roja con figura” (2005) de Juan Navarro Baldeweg.
Paisajes: ritmos de la naturaleza y la ciudad. Aunque la naturaleza ha inspirado a los artistas tanto de Oriente como de Occidente, podemos ver cómo los códigos orientales han influido en artistas jóvenes españoles, como Marta Cárdenas, muy interesada en los paisajes del budismo zen, o José Manuel Ballester, que trabaja en series de ramas que aluden a la esencia del paisaje asiático.
Texturas de la tierra. Las técnicas chinas y japonesas de la cerámica contribuyeron a la renovación de la cerámica moderna española. Y esto quedó reflejado en la obra de José Llorens Artigas, quien, además, puso sus conocimientos técnicos a disposición de Joan Miró, con quien mantuvo una fructífera colaboración.
Espíritu, energía, contemplación. Los mandalas y los yantras, como imágenes sagradas que se emplean en rituales colectivos o en prácticas individuales de meditación, han inspirado el trabajo de artistas como Luis Martínez Muro, Herminio Molero, Manuel Rivera, Pablo Palazuelo, José María Yturralde y Manolo Quejido. La imagen de Shiva danzante, con sus múltiples brazos, y las esculturas de Buda gozaron también del interés de Miquel Barceló, quien las dibujó en el Musée Guimet de París.
La fuerza del color. El color es una de las señas de identidad del arte indio. De ello es consciente la fotógrafa Cristina García Rodero, que lo ha puesto de manifiesto en sus instantáneas sobre el holi, la fiesta que celebra la llegada de la primavera. Y también Susana Solano, que ha utilizado coloristas fotografías de sus viajes a Asia en piezas a medio camino entre la escultura y la instalación. En el caso de Miguel Ángel Campano, éste ha interiorizado la vida cotidiana del país y la ha plasmado en sus obras, al igual que Juan Uslé, a quien un niño en un viaje a Nepal le inspiró su serie “Nemaste”.
Signo, gesto, abstracción. La simplicidad y plasticidad de la caligrafía de Asia oriental atraparon la atención de muchos artistas, entre ellos Joan Miró, Luis Feito, Antonio Saura, Antoni Tápies, Manuel Viola o Fernando Zóbel. Y a través de ellos, este influjo se extendió a otros más jóvenes, como Gabriel Ramos Uranga.
A partir de Japón: nuevas iconografías. Los bordados de los quimonos de seda, los ideogramas y los abanicos abrieron todo un mundo de posibilidades al arte del siglo XX en España. A este repertorio pertenecen también las estampas ukiyo-e, las composiciones de mujeres bonitas (bijinga) y las estampas eróticas (shunga). De todo esto bebieron algunas obras de Juan Antonio Aguirre, Ramón Gaya , Gustavo Torner, Eduardo Úrculo, José María Sicilia o Fernando Bellver.
Poesía: del haiku… Es indudable la influencia que el haiku japonés ha tenido en la cultura occidental. Joan Miró por ejemplo, tras viajar a Japón en 1967, publicó el libro “Hai-ku”, compuesto por 16 famosos poemas a los que añadió sus particulares trazos. Y después, el poeta y crítico japonés Takiguchi realizó un trabajo conjunto con Antoni Tápies titulado “La mirada de la materia”.
…a la práctica Zaj. El grupo español Zaj puso en marcha una de las iniciativas más importantes de la experimentación artística conocida como “intermedia”, que apareció en torno a 1960 en Estados Unidos, Europa y Japón. Sus miembros fundadores fueron Juan Hidalgo, Walter Marchetti y Ramón Barce, cuyo objetivo fue intensificar la percepción artística del público e incitarle a la meditación, a menudo a través del humor.

«Cuerpo de luz I» (1994), de Pamen Pereira. Foto: Juan García.
“Pintura de luz y línea”: Fernando Zóbel, entre Occidente y Asia. Como si fuera un pequeño estudio, la exposición dedica una sección especial a la figura y la obra de Fernando Zóbel en la que hay cuadernos de apuntes, álbumes, fotografías de viajes a Japón, sellos orientales, notas de clase y una selección de cerámicas chinas de la dinastía Ming procedentes de unas excavaciones arqueológicas en las que él participó, a finales de los años 50, en la península de Calatagán.