Cuando se cumplen 500 años de la expedición de Fernando de Magallanes, el escritor Tato Cabal (Madrid, 1956) firma la primera novela de ficción basada en aquella gesta que protagonizaron 239 hombres y cinco naves. Todos salieron desde Sevilla en 1519 en busca de una ruta hacia la Especiería y, tres años más tarde, volvieron 18 hombres y un solo barco, eso sí, después de haber dado la vuelta al mundo. La novela de Tato Cabal se titula “La forma del mundo” y está editada por Bolchiro. Es una historia protagonizada por Enrique, esclavo del navegante y que aparece inscrito en la llamada Flota de las Malucas o de la Especiería en la Casa de Contratación de Sevilla y que, al parecer, era filipino.

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Tato Cabal.

Y es que la expedición de Magallanes pretendía abrir una nueva ruta para comerciar con las especias, que entonces eran productos muy valiosos debido a las pésimas condiciones de conservación de los alimentos y porque éstas mejoraban el sabor de los platos.

En el catálogo de especias orientales que llegaban a Europa como condimento figuraban la pimienta, la canela, la nuez moscada y el clavo de olor, si bien en el cargamento se añadían perlas, telas indias o porcelanas chinas. Sin embargo, eran las especias las protagonistas de un comercio próspero, ya que una bolsa de clavo, por ejemplo, valía una fortuna en aquella época.

En “La forma del mundo”, Tato Cabal nos cuenta las costumbres culinarias de aquel tiempo. Por ejemplo, se detiene en las técnicas de conservación utilizadas: por sal, por endulzamiento, por ahumado y por secado al sol. Y también en la base de la alimentación española de entonces: gazpachos y calderetas, sobre todo. Nos cuenta que también se consumían huevos y carnes, y que se llevaban a la cocina para su posterior consumo caracoles, ranas, culebras… El pan se elaboraba a diario en cada casa y la sal estaba muy cotizada, aunque seguramente menos que el azúcar, por lo que el edulcorante general era la miel.

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Réplica de la nao «Victoria».

En la Casa de Contratación de las Indias, está perfectamente documentado todo el cargamento alimenticio que portaban las cinco naves de Magallanes: legumbres, carnes, fruta, frutos secos y semillas, quesos, chacinas, etc. Sin embargo, había dos productos que eran muy codiciados: el bizcocho, que era más duradero que el pan, y el membrillo, que estaba considerado un manjar de lujo. De hecho, los investigadores han llegado a la conclusión de que la incidencia del escorbuto entre los capitanes fue menor que entre los marineros porque sólo los primeros tomaban el dulce de membrillo.

9788416503032_low_ebookLas cinco naves de la escuadra de Magallanes llevaban un despensero cada una, que era el que se encargaba de los alimentos, de la cocina y del racionamiento.. También se ocupaba de encender el fogón en cubierta a mediodía, lo que obligaba a llevar en todo momento una carga de leña.

Autor también de las novelas “Solar de gatos” y “La enfermedad del beso”, Tato Cabal nos brinda toda una epopeya, una gran novela de aventuras, un “thriller” oceánico, un ensayo sobre la condición humana que, según José Álvarez Junto, prologuista de “La forma del mundo”, nos obliga a pensar en el sentido de nuestra existencia.

Escrito por Pilar Ortega

Nací en Madrid un 8 de marzo y prácticamente desde entonces tengo un libro entre las manos. Me licencié en Periodismo y mi trayectoria profesional se ha desarrollado fundamentalmente en las secciones de Cultura de “El Mundo”, “La Razón” y “Ya”. Soy autora de varias guías publicadas por la editorial Anaya Touring que me llevaron a sumergirme en países tan interesantes como Ecuador, Bolivia o Costa Rica. Colaboro como “freelance" con diversas publicaciones: MUJERHOY, AIRCREWLIFESTYLE, HOLA VIAJES, SMQ, ETHERIA MAGAZINE, TOP VIAJES, LECTURAS SUMERGIDAS, ACTUAL GASTRO... También he puesto en marcha un proyecto editorial que enlaza los viajes con la literatura.

3 Comentarios

  1. Felicidades Pilar, también por el día de las Pilares.
    https://ernestocapuani.wordpress.com/

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  2. Vladimir Vladimirovich, Mar del Plata febrero 24, 2021 en 6:37 pm

    El tal Enrique no era filipino, eso lo sugiere el autor para que así su idea de que fue el primero en dar la vuelta al mundo sea más creíble. Unas fuentes afirman que era de la isla de Sumatra, pero lo más aceptado es que fuera de Malaca, en Malasia. En Malaca hay un museo y le dedican a Enrique una sala. El idioma malayo es hablado desde Indonesia a las Filipinas, por eso Enrique se pudo comunicar con los nativos de esas islas, como Cebú y Mactán. Desde que desertó de la flota en la isla de Mactan tras la muerte de Magallanes hasta Malaca son varios miles de kilómetros y no es probable que Enrique los recorriera para regresar a Malaca. Probablemente Enrique traicionó a los españoles y por eso se asesinaron a varios exploradores tras la muerte de Magallanes. Desde luego, no se puede afirmar, en absoluto, que Enrique dio la vuelta al mundo. Yo más bien creo que los filipinos acabaran matando a Enrique por traidor.

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