6 de junio de 1946. Ese día, Camilo José Cela, morral al hombro, se puso en ruta desde Madrid hasta un lugar desconocido para él, en el centro de la península, donde se toparía con personas que nunca habría soñado y con paisajes que le dejaron gran impacto. Su intención era salir de la ciudad “a que no le pasase nada”. Sin embargo, aquella experiencia de 10 días y las emociones que le golpearon quedaron anotadas cuidadosamente en un cuaderno que acabaría siendo el germen de uno de los libros esenciales de la literatura del siglo XX: “Viaje a la Alcarria”.
Seguimos los pasos del escritor de Iria Flavia (La Coruña). Nos ponemos en marcha para recorrer aquellos caminos y lo hacemos con la guía magistral del libro del que tanto se enorgullecen los alcarreños. Es un destino que está al alcance de la mano y que, seguramente por desconocimiento, alberga muchas sorpresas felices, “un hermoso país al que a la gente no le da la gana ir”, como dijo el propio escritor.

Vista general de Brihuega.
EL ALMA DE UN PUEBLO
Los más inquietos pueden reproducir la ruta andando, como Cela, saboreando cada paso, en una aventura de, exactamente, 293,9 kilómetros. Pero tampoco es necesario hacer tal peregrinaje para transitar la esencia de la Alcarria porque, apenas dos o tres días en coche o moto, son suficientes para captar el alma de este pueblo, bendecido, curiosamente, por la naturaleza y el agua.
“El viajero va lleno de buenos propósitos: piensa rascar el corazón del hombre del camino, mirar el alma de los caminantes, asomándose a su mirada como al brocal de un pozo”, dejó escrito el autor de “La colmena” ya con la mochila al hombro.
Parte Cela de la estación de Atocha, a donde ha llegado temprano, y llega a GUADALAJARA en un tren de Cercanías, donde descubre el hoy resplandeciente Palacio del Duque del Infantado “en el suelo. Es una pena”, dijo. Hoy, afortunadamente, este magnífico edificio del siglo XV, rehabilitado con mimo, aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad.
UN MUSEO PARA UN LIBRO

Torija acoge el único museo del mundo dedicado a un libro: «Viaje a la Alcarria».
Llegamos a TORIJA, donde Cela, después de recorrer casi 23 kilómetros, se refrescó en el zaguán del Parador. La localidad recuerda al Nobel en el Castillo, que alberga el Museo del Viaje a la Alcarria.
¿Un museo para un solo libro? Pues sí. Es tal la relevancia que Cela otorgó a este territorio que la Diputación de Guadalajara así lo ha querido. Y nada menos que en la Torre del Homenaje del histórico castillo de Torija, del siglo XV. El museo fue inaugurado en 1995, con motivo del 50 aniversario de la publicación del libro que ha hecho famosa en el mundo esta comarca de Guadalajara, al igual que Joaquín Rodrigo hizo con Aranjuez y Leopoldo Alas Clarín con Oviedo.
Distribuido en tres plantas, el museo es una parte del Centro de Interpretación Turística de la Provincia de Guadalajara y aquí se pueden contemplar algunos de los recuerdos personales del Nobel. Hay, entre otras cosas, un facsímil de su cuaderno de notas, ediciones únicas de la obra en distintos idiomas, fotografías, utensilios artesanales, cartillas escolares y monedas y billetes de curso legal de esos difíciles y grises años de la posguerra española.
«DE UN COLOR GRIS AZULADO»
La segunda etapa del viaje pasa por BRIHUEGA, la localidad que, según Cela, “tiene un color gris azulado”. Nos reciben golondrinas, vencejos y otras aves que otean, con una sinfonía de trinos, la estampa frondosa y verde de esta localidad situada junto al valle del Tajuña. Tiene un atractivo conjunto monumental en su casco histórico, con un buen número de iglesias románicas a cual más hermosa, desde la de San Felipe hasta la de Santa María de la Peña, patrona de la villa.

Museo del Pastor en Masegoso.
La siguiente parada es MASEGOSO, un pueblo “de color plata” donde hoy se levanta un interesante Museo del Pastor que reproduce cómo era la vida cuando Cela estuvo por allí. Se pueden ver una antigua cocina, aperos de labranza, tijeras de esquilar, trajes de pana, alforjas, etc.

Cifuentes.
Y de Masegoso a CIFUENTES, considerada la capital de la Alcarria y cuyo nombre remite al gran número de manantiales que forman el río de idéntico nombre. Cela recorrió sus calles y se detuvo a contemplar la espectacular portada románica de la Iglesia del Salvador.
Hay, desde aquí, seis kilómetros hasta GÁRGOLES DE ABAJO, donde abundan las cuevas y las bodegas que almacenan el vino desde el siglo XII.

Monasterio de Gárgoles de Abajo.
PASIÓN POR LAS PLANTAS
Cela era un apasionado de las plantas aromáticas. Tanto es así que llegó a escribir en su libro que “por aquí hay más de 700 especies aromáticas diferentes; ésa es quizá la causa de la calidad de la miel”. Y es que la Alcarria huele a romero, a lavanda, a espliego, a naturaleza…
Era tan apasionado Cela de las plantas –que por cierto fue recolectando- como de la siesta con orinal. “El viajero termina de comer y se echa a dormir la siesta en una habitación inmensa, destartalada, en una cama con cinco colchones de paja y grande como una plaza de toros”.
Y si el paisaje es importante en el “Viaje a la Alcarria” de Cela, con su gama infinita de colores, aromas, sonidos, sabores y sensaciones, lo es más el paisanaje. “La gente me pareció buena; hablan un castellano magnífico y con buen acento y, aunque no sabían mucho a lo que iba, me trataron bien…”.
AGUA POR TODOS LADOS
Seguimos la ruta y, enseguida, después de transitar montes prácticamente pelados de vegetación, donde las encinas, el romero y las jaras se adueñan del paisaje junto a los cultivos de cereal, el viajero llega a TRILLO, donde hay agua por todos lados.

El cauce del Tajo revienta en múltiples cascadas al llegar a Trillo.
Es el oasis de la Alcarria, donde desemboca el río Cifuentes y el cauce del Tajo revienta en múltiples cascadas, riachuelos y torrentes. El puente del siglo XVI que cruza sus orillas es el símbolo cultural de la ciudad , junto a la Iglesia de Santa María de la Estrella, del siglo XVI, y las ruinas de la abadía de Santa María de Óvila, del siglo XII.
“La cascada del Cifuentes es una hermosa cola de caballo, de unos 15 ó 20 metros de altura, de agua espumeante y rugidora. Sus márgenes están rodeados de pájaros que pasan el día silbando. El sitio para hacer una casa es muy bonito, incluso demasiado bonito”, escribió Cela en su libro.
Hasta sus famosos baños de Carlos III, hoy convertidos en hotel, llegó lo más granado del reino. Por ejemplo, el político y escritor Gaspar Melchor de Jovellanos recuperó aquí su salud, a finales del siglo XVIII, cuando fue cesado como ministro de Gracia y Justicia.
A LOMOS DE LA MULA JARDINERA
El siguiente trayecto, el que va de Trillo a VIANA DE MONDÉJAR, lo hizo Cela a lomos de una mula de nombre Jardinera. Ya no hay carros ni burros ni mulas en la Alcarria, como los que pudo contemplar el escritor, quien, como Juan Ramón y su Platero, otorgó alma a sus animales. Habla en su novela del burro Gorrión con una singular ternura: “Gorrión en la albarda lleva cosido un papel que dice: Cógeme, que mi amo ha muerto”. Fue en este destino, al salir al terreno llamado de la Fuente de la Galinda, donde, según Cela, “aparecen erizadas, violentas, las Tetas de Viana”. Hay senderos que invitan a subir a la cima de las Tetas, porque las vistas son inmejorables, pero Cela ni siquiera lo intentó.
Después de atravesar LA PUERTA y cruzar el río Solana sobre uno de los puentes medievales más importantes de la Alcarria, llegamos a BUDIA, “un pueblo grande” según Cela, “con casas antiguas, con un pasado probablemente esplendoroso. Las calles tienen nombres nobles, sonoros…”. La bajada a DURÓN desde EL OLIVAR permite divisar un elemento importante que el Nobel no vio porque no existía: el Pantano de Entrepeñas. Y es que las infraestructuras y pantanos han modificado un poco la geografía de la zona, transitada hoy por una excelente red de carreteras, lo que no impide contemplar, por ejemplo, en el camino hacia PAREJA, un sinfín de colmenas, esas cajas misteriosas donde uno imagina a un ejército de abejas haciendo miel a destajo bajo la mirada de una jefa implacable.
Tras una breve parada técnica en CASASANA, nos encontramos con el Monasterio de Santa María de Monsalud, de la orden del Císter, que fue fundado por Alfonso VIII a finales del siglo XII, antes de alcanzar SACEDÓN, un pueblo rico y animado ya en la época de Cela.
DE LA PRINCESA DE ÉBOLI A SANTA TERESA

Palacio Ducal de Pastrana, en la Plaza de la Hora.
PASTRANA es uno de los destinos estrella de la ruta por la Alcarria. Regada por el río Arles, el trazado de la villa es de la época medieval y su singularidad está unida a nombres decisivos de la historia de España, como la princesa de Éboli, que estuvo encerrada más de 11 años en el Palacio Ducal, o Santa Teresa de Jesús, quien fundó aquí, en 1569, el convento del Carmen. Imprescindible es la visita al Museo de la Colegiata, donde se hallan los singulares tapices de los que habló Cela en su libro y que entonces no estaban en la localidad, a pesar de que los vecinos no paraban de reclamarlos. “Un día y otro, pero sus voces caen en el vacío”, escribió Cela. Y es que Pastrana, además de a la Historia, está muy vinculado a la literatura, pues otro escritor célebre, Moratín, engendró en esta villa su divulgado “El sí de las niñas”.

Recópolis.
Nos estamos aproximando al final del viaje. Toca ya la despedida, pero no antes de llegar a ZORITA DE LOS CANES y visitar el vecino Parque Arqueológico de RECÓPOLIS, una ciudad visigoda levantada en el año 578 por el rey Leovigildo en honor de su hijo Recaredo. Con aproximadamente 33 hectáreas, está rodeada de una gran muralla y varias puertas de entrada que conducen hasta un singular conjunto monumental presidido por los restos de lo que fue un palacio y una iglesia palatina. Situada en una curva del Tajo, cuenta también con una alcazaba árabe del siglo IX que jugó un papel decisivo en la Reconquista.
15 de junio de 1946. Final de etapa. Con el morral al hombro, ya casi vacío, y el corazón alegre tras la aventura alcarreña, Cela regresa a Madrid. Con pena, con añoranza, con ganas de contar todo lo que había visto y anotado en su cuaderno… y grabado en su alma.
INFORMACIONES PRÁCTICAS
Para llegar
Llegar a Guadalajara desde Madrid, emulando a Camilo José Cela, no puede ser más fácil. Desde la estación de Atocha parten, cada media hora, trenes de Cercanías con destino a la capital castellano-manchega y el billete no supera los 5 euros. Desde ahí, seguir la ruta del libro es tan sencillo como caminar con el “Viaje a la Alcarria” bajo el brazo y portar una mochila en la que no deben faltar una cámara fotográfica, agua, un chaleco reflectante y ganas de aventura. Hay que recordar que Cela hizo un pequeño tramo en autobús, el que va de Sacedón a Tendilla. Si se desea hacer el itinerario en coche, no hay ningún problema, porque la red de carreteras de la Alcarria es magnífica. Hay exactamente 277,6 kilómetros desde Madrid, el punto inicial, hasta Pastrana, última etapa de la ruta.
Cualquier época del año es buena si el viaje se realiza en automóvil. En primavera, lógicamente, el campo está más verde y el olor a hierbas aromáticas se percibe mejor; en verano, veremos los campos de lavanda, “la Provenza alcarreña”, en su momento álgido; en otoño, el amarillo y el ocre otorgan una estampa bellísima a la ruta y en invierno la bruma aportará encanto y misterio al itinerario. Si se opta por viajar andando, como hizo Cela, se recomienda hacer el viaje entre los meses de abril a octubre.
Para dormir
Trillo: Hotel Balneario Termaeuropa Carlos III (Ctra. de la Puerta, s/n). Teléfono 949 34 15 00. Fundado en el siglo XVIII por el rey Carlos III, hoy es un hotel de cuatro estrellas con 86 habitaciones modernas y adaptadas a los gustos de hoy. En su spa ofrecen más de 40 tratamientos y en su piscina cubierta hay circuito de jacuzzis, chorros subacuáticos, camas de burbujas… En su restaurante se pueden apreciar los sabores tradicionales de la gastronomía castellana.
Pastrana: Hotel Palaterna (General Cayuela, 2). Teléfono 949 37 01 27. Situado en pleno casco histórico, a 400 metros del Palacio Ducal, es un pequeño hotel de dos estrellas que tiene una ubicación ideal. Algunas de las habitaciones se asoman a la plaza de los Cuatro Caños, con su “fuente esbelta, en forma de copa” citada por Cela en su libro.
Para comer
Masegoso de Tajuña: Restaurante Las Vegas. Teléfono 949 817 403. Por menos de 25 euros, se puede degustar un cabrito asado excelente, perdices escabechadas o solomillo a la parrilla para recuperar las fuerzas perdidas en el camino. También ofrecen menús diarios económicos y otro menú especial por 19 euros. Es posible pernoctar en el establecimiento.
Pastrana: El Cenador de las Monjas (Travesía Inés, 1). Teléfono 949 37 01 01 Completamente restaurado y con una cocina creativa basada en la tradiciónm el restaurante forma parte del convento de San José del siglo XVI. Sus muros destilan retazos de Historia, ya que Santa Teresa de Jesús fundó el convento por encargo de la princesa de Éboli, doña Ana de Mendoza y de la Cerda. El bacalao con calabaza y carabinero y las albóndigas de corzo, zanahoria y tomillo son los platos estrella de la carta.
Para comprar
El producto típico de la Alcarria es, sin duda, la miel, un manjar que fue alabado por Cela en su famoso libro. Con ella se elaboran cervezas, cosméicos y otros productos de consumo. También gozan de buena fama los aceites de oliva elaborados con la cornicabra, la variedad de aceituna de la zona. El queso manchego y los vinos son productos imprescindibles para llevar de vuelta a casa y recordar, después, el sabor de esta tierra que se hizo célebre universalmente gracias a la literatura.