Lo suyo son los mapas, porque en ellos descubre, como antes lo hizo el uruguayo Joaquín Torres García, un territorio de subversión y compromiso. La artista brasileña Anna Bella Geiger (Río de Janeiro, 1933) reflexiona, a través de esos trazos leves que marcan fronteras, sobre las políticas coloniales, las exclusiones, los discursos impuestos, los estereotipos culturales… y pone todo lo establecido patas arriba. Y lo hace con un lenguaje delicado y poético. Son los mapas que conforman la geografía física y la geografía humana de esta mujer que, a pesar de su carrera innovadora y radical, sólo logró reconocimiento público en los últimos años.
La Casa Encendida organizó la exposición “Geografía Física y Humana”, en la que se pudieron ver alrededor de un centenar de piezas de esta artista, entre vídeos, fotografías, libros de artista, fotocollages y obras en tres dimensiones centradas en estas líneas que han vertebrado su producción artística.

«Equations No 36» (1978). Cortesía de Henrique Faria Fine Art.
Desde sus comienzos abstractos en los años 50, la carrera de Anna Bella Geiger cobró identidad propia a raíz de uno de sus viajes a Nueva York en la década de los 70, ya en plena etapa conceptual, momento en el que entró en contacto con personalidades como Vito Acconci y Joseph Beauys. Anteriormente había estudiado Literatura Inglesa en la Universidad de Brasil y se casó con el geógrafo Pedro Geiger, quien seguramente le dio las herramientas que fueron modelando su sello personal. Una influencia a la que se sumó la de su maestra polaca de origen judío Fayga Ostrower, quien le enseñó los secretos del grabado. Esta técnica le permitió apreciar la libertad que supone crear sin estar sometida a la presión de la obra única. Quizá por ello uno de sus artistas favoritos sea Marcel Duchamp.

«América Latina» (1981). Cortesía de Henrique Faria Fine Art
Fue también en Nueva York, concretamente en 1954, cuando conoció a Henry Kahnweiler, famoso marchante de los artistas surrealistas, quien se interesó por su trabajo y le compró algunas de sus obras, lo cual no fue suficiente para que gozara del reconocimiento de sus colegas masculinos. Hoy, sin embargo, tras el esfuerzo de galeristas e instituciones, la obra de Geiger está presente en numerosos museos y colecciones internacionales, como el MOMA de Nueva York, el Centro Georges Pompidou de París, el Museo Reina Sofía de Madrid o el MACBA de Barcelona.
La comisaria de la muestra, la académica y escritora Estrella de Diego, considera que dibujar un mapa es trazar los esquemas del poder. Y, en este sentido, añade que Geiger dibuja esos territorios históricamente asignados a los hombres para revisar el concepto político de dichos espacios y lograr que las mujeres recuperen ese territorio que les ha sido negado.

«Equations No 36» (1978). Cortesía de Henrique Faria F. A.
Estrella de Diego rinde tributo a la artista brasileña con un texto escrito para la exposición “Geografía Física y Humana” que comienza con estas palabras: “La artista aparece de espaldas, dibujando sobre una mesa. Lleva a cabo su labor con cuidado, de un modo primoroso que nos hace pensar en una tarea solitaria y concentrada, casi artesanal (…). Hay algo de esmero y de profundo decoro en la imagen que recoge el vídeo: la de una mujer hacendosa y paciente –como siempre hemos tenido que ser las mujeres-, sólo que, en este caso, pinta mapas. Mapas para no perderse, mapas para no equivocar el camino a seguir, para encontrar su lugar en el mundo. O tal vez no. Mapas para trastocar el lugar más bien y volver a narrarlo desde el principio, desde un comienzo inesperado que busca otro comienzo, uno en el cual no haya que renunciar siempre por el mero hecho de ser mujer. De pronto, la mujer hacendosa que dibuja el mundo –espacio, territorio históricamente masculino- se desvela como una radical: a través del mapa trastocado, desdibujado, vuelto a narrar”.