Texto: HERNANDO REYES ISAZA
Murió a los 70 años de edad en su Alejandría natal aunque pasó parte de su vida en Liverpool y Londres donde hizo del inglés su segunda lengua y se familiarizó con los escritos de Wilde, Shakespeare y Browning. Hemos acudido al encuentro de esta ciudad egipcia en la que, al igual que en la obra “Viaje a Ítaca”, de Constantino Cavafis, “el camino está lleno de aventuras y conocimientos”.

Constantino Cavafis.
Alejandro Magno fundó esta ciudad justo entre el lago Mareotis y un itsmo sobre el Mediterráneo para controlar Egipto desde el mundo griego. Por encontrar aquí un puerto que no sufría las crecidas del Nilo, decidió erigir una ciudad que, con características netamente helénicas, se convertiría en la capital de su Imperio.
“Pide que el camino sea largo. Que sean muchas las mañanas de verano en que llegues, ¡con qué placer y alegría! , a puertos antes nunca vistos”
Como una quimera de la vida, Alejandría fue una ciudad que el conquistador macedonio jamás consiguió ver, puesto que, tras la planificación de dicha construcción, se dirigió a la conquista del imperio persa. Parece ser que fue envenenado en Babilonia a los 33 años y que sus restos fueron luego trasladados a esta urbe.
“Recuerda, cuerpo, no sólo cuánto se te amó, no solo los lechos donde estuviste echado, más también aquellos deseos que, por ti, en miradas brillaron claramente y en la voz se estremecieron”.

Anfiteatro romano en Alejandría. @Altum
Alejandría es una ciudad ilustrada por multitud de nombres y rostros que han contribuido a levantar su historia, es una urbe que huele a mar y que sabe de él; es un lugar sobre una costa que Homero, en la “Odisea” llamó pharos, como anticipándose a esa construcción que se convertiría en una de las maravillas del mundo antiguo, el Faro de Alejandría.
“Empero si pedís otras cosas, helas aquí también claras: / la ciudad maestra, la cumbre del mundo panhelénico, / en todo género literario, en todo arte la más sabia”.

Paseo Marítimo de Alejandría. @Altum
También es la ciudad de Ptolomeo, el sucesor de Alejandro y quien diera nombre a la dinastía que gobernó Egipto durante tres siglos; de Hypatia, la primera mujer científica y filósofa de la humanidad, de Marco Antonio y Cleopatra. Y cómo no, del templo de Serapeo y de la Biblioteca de Alejandría, ese santuario que en un principio se llamó museo por respeto a la sabiduría y por ser un lugar consagrado a las Musas, que eran las diosas de las artes y las ciencias.
La ciudad de la memoria
Alejandro legó a la ciudad un espíritu de tolerancia y respeto por diferentes culturas que perduraría muchos siglos. Más allá de la presencia griega, la multiculturalidad se extendería con la llegada de egipcios, sirios, hebreos, indios, persas, fenicios, romanos, galos, nubios o íberos. Hoy por hoy la ciudad es árabe por sus cuatro costados y con respecto a su pasado se diría que de alguna forma es la ciudad de la memoria…
“Iré a otra tierra, iré a otro mar. / Otra ciudad habré de hallar mejor que ésta. /
Todo esfuerzo mío es una condena escrita; / y está mi corazón -como un cadáver- sepultado. / Hasta cuándo errará mi espíritu en este abatimiento, / Adonde vuelva mis ojos, adonde quiera que mire, /sólo veo las negras ruinas de mi vida, / tiempo ya consumido que aquí desperdicié”.

Detalle de columnas y esfinge faraónica del Parque Arqueológico de Alejandría. @Altum
Y decimos de la memoria porque toda ella es insinuación: en algún lugar desconocido yacen Alejandro, Cleopatra y Marco Antonio… La Biblioteca y el Faro ya no existen, y tampoco está en pie el templo de Serapeo. Pero la tumba de Cavafis (1863-1933) sí existe y está en el cementerio griego de Chatby junto a la de su madre y sus seis hermanas. Muchos intelectuales, historiadores y hombres de letras coinciden al afirmar que “el poeta se llevó con su muerte también a Alejandría”, dado que a partir de su deceso la ciudad se precipitó a la desintegración.
Historia en dos museos
En el siglo XIX se creaba el Museo Greco Romano que con más de una docena de salas expone elementos desde la época griega hasta nuestros días, y que también conserva las reliquias de la era faraónica y la copta. De él dijo Cavafis en la prensa a raíz de su inauguración en 1892:
“El museo alejandrino está lleno de interés para todos los amigos de las antigüedades y de las letras, pero especialmente para nosotros los griegos. Es como un tesoro de cosas familiares. Habla a nuestra imaginación del glorioso helenismo de Alejandría”.

Edificio del Museo Nacional de Alejandría. @Altum
En un palacete de estilo italiano donde durante muchos años operó el consulado americano, abría sus puertas en 2003 el Museo Nacional de Alejandría. El período faraónico y la era greco-romana también cuentan en este espacio con unas piezas extraordinarias, sin olvidar las pertenecientes a las eras copta, como algunos íconos de Jesús, la Virgen María y la última Cena, o valiosas reliquias musulmanas.
El susurro del pasado
Por momentos da la impresión de que en esta ciudad que “lo tiene todo y no tiene nada”, al profundizar en ella, más cosas aparecen; sus ruinas destilan el devenir de la historia y susurran tiempos de un pasado que está aquí soterrado, o mejor, en el recuerdo o en el aire mismo… Es como la obra de Cavafis en la que, paralelamente a los poemas de la ciudad sensual, aparecen los de la ciudad mítica antigua que permiten conocer mejor la realidad alejandrina del siglo XX.

Entrada a la Fortaleza Qatbey. @Altum
Recorriendo esta urbe vamos encontrando importantes monumentos, como la fortaleza de Qatbey, que lleva el nombre del sultán que la ordenó construir y que se asienta en el lugar donde alguna vez estuvo el Faro. Fue reconstruida a finales del siglo XIX tras los bombardeos británicos, y hoy es un lugar espléndido para disfrutar de las puestas de sol.
De la destrucción del templo de Serapeo sólo sobrevivió la Columna de Pompeyo que, con sus 27 metros de altura, se erige sobre el parque arqueológico de Alejandría, donde también se encuentran el anfiteatro romano descubierto en 1960 y la Villa de los Pájaros con sus hermosos mosaicos. Las catacumbas de Kon el-Shuqafa fueron excavadas en la roca y llegaron a albergar más de 300 tumbas.
Regreso a Alejandría

Embarcación y pescador en Alejandría. @Altum
Tras volver a su ciudad, Cavafis se instaló en el número 10 de la Rue Lepsius -hoy denominada Sharm El Sheikh- en el barrio de Massalia, que entonces era mayoritariamente griego y de regular reputación por contar en sus manzanas con varias casas de lenocinio, una de ellas justo debajo de la casa del poeta, la misma en la que vivió los últimos 30 años de su vida.
“No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares. La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo; Y entre las mismas paredes te irás encaneciendo. Siempre llegarás a esta ciudad.

Interior de la Biblioteca de Alejandría, la más grande del mundo. @Altum
Trabajó como periodista en algunos periódicos locales, como corredor en la Bolsa de Algodón y en el Ministerio de Obras Públicas. En esta etapa de regreso tuvo que afrontar la muerte de sus dos mejores amigos, de su hermano, de su madre y de todas sus hermanas.
La casa de Cavafis
Tras la muerte del poeta, su apartamento de la calle Lespius -que, por cierto, carecía de luz eléctrica- se convirtió en un albergue y no fue hasta 1991 cuando un Comité Internacional lo alquiló para convertirlo en el Museo de Cavafis. Fue imposible contar con el mobiliario original de la casa que los herederos del poeta habían vendido, por lo que hubo de ser reconstruido a partir de viejas fotografías.

Puerta de entrada al Museo de Manuscritos de la Biblioteca de Alejandría. @Altum
De las paredes del hall de entrada cuelgan antiguos retratos de la ciudad. En su dormitorio se aprecian su cama de cobre y un tocador marroquí, y entre los retratos familiares destaca el del propio escritor realizado por el músico Andreas Karrayan. Hay dos habitaciones que albergan la biblioteca, además de una colección de poemas y artículos escritos por Cavafis.
“La habitación era barata y sórdida, oculta sobre una dudosa taberna. Desde la ventana podías ver la sucia estrecha callejuela”
Uno de estos poemas, de fuerte carga homoerótica, expresa la soledad que siente Cavafis en su “pobre y usada cama”, sobre la que saboreó “los labios voluptuosos y rosados de la embriaguez”.
Nuevos aires del saber

Detalles arquitectónicos de la Biblioteca de Alejandría. @Altum
Su techo se hizo con paneles de vidrio -inclinados hacia el mar- y asemejan un reloj solar; aloja el salón de lectura más grande del mundo repartido en 11 niveles en cascada y en el que caben 2.000 lectores cómodamente sentados; se trata de un edificio futurista diseñado por el consorcio de consultores noruego Snohetta/Hamza con capacidad para albergar 20 millones de libros, mapas y archivos multimedia. Hablamos de la Nueva Biblioteca de Alejandría.

Pasillo de estanterías de la Biblioteca.
Este recinto es un espacio que pretende recuperar el espíritu de la biblioteca original como centro de aprendizaje y para el diálogo inteligente, es todo un homenaje a la que fuera en su época la capital editorial del planeta.
En nuestra visita pudimos comprobar que aquí, como en el resto de la ciudad, Cavafis parece no haber existido, pues si su casa museo no viene en los mapas turísticos ni en las guías, tampoco hay una sola calle que lleve su nombre, o una escultura o monumento alguno eregido en su honor… La biblioteca tampoco cuenta con mucha obra de este poeta que consiguió poner a su ciudad en el corazón de todos, cuando ésta estaba ya destinada al olvido.
Más información: www.egypt.travel
Es una pasada se me a pueto la piel de gallina,q bonito
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No entiendo porqué si nació en Alejandría que es Egipto, El poeta es griego… 😱
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